La formalización de la pequeña minería puede transformar economías locales.
1 minuto de lecturaLa pequeña minería se presenta como un motor económico en diversos territorios, pero su potencial se ve limitado cuando opera sin formalización. En esa situación, no solo se reducen sus aportes a la economía local y nacional, sino que además se generan riesgos ambientales y de seguridad que impactan directamente en las comunidades.
De acuerdo con Francisco Ísmodes Mezano, gerente general de Río Blanco Cooper, la formalización del pequeño minero representa una vía clara para convertir esta actividad en una fuente de empleo seguro, responsable con el medio ambiente y con capacidad de dinamizar economías locales. “Ejemplos en Piura y en países como Colombia demuestran que, con estándares adecuados, la minería a pequeña escala puede generar beneficios tangibles para la población”, dijo Ísmodes
En el caso colombiano, incluso la participación de instituciones como la iglesia ha contribuido a impulsar procesos exitosos de formalización. Estos casos, según Ísmodes, ponen en evidencia que no se trata de un objetivo inalcanzable, sino de un reto que exige voluntad política, coordinación interinstitucional y compromiso de los propios mineros en asumir prácticas sostenibles.
“La formalización no puede quedar solamente en un papel tiene que ser una formalización real y que va más allá, que realmente asume prácticas de cuidado ambiental y seguro, de generar beneficios en el territorio de manera tangible”, manifestó.